María Dominga nació en Mornese, provincia de Alessandria (Italia), el 9 de mayo de 1837, en una numerosa familia de campesinos. Dotada de fuerza física no común, desde muchacha trabajó en el campo con su padre José. “Para que Dios no deje que nos falte el pan es necesario rezar y trabajar”, decía ella.
Gracias a la educación profundamente cristiana recibida en su familia, María hacía grandes sacrificios para encontrarse diario con Jesús en la Eucaristía: “Sin él no podría vivir”.
En 1860 llegó la tifoidea a Mornese. Su confesor, don Pestarino le pidió ayuda para atender a algunos enfermos de la familia Mazzarello.
María aceptó, pero se enfermó. Aunque se curó inesperadamente, perdió el vigor físico de antes, pero no la fe. Mientras caminaba por la calle tuvo una visión misteriosa: vio un gran edificio con muchas muchachas que corrían en el patio, y una voz que le decía: “te las confío”..
En 1860 llegó la tifoidea a Mornese. Su confesor, don Pestarino le pidió ayuda para atender a algunos enfermos de la familia Mazzarello.
María aceptó, pero se enfermó. Aunque se curó inesperadamente, perdió el vigor físico de antes, pero no la fe. Mientras caminaba por la calle tuvo una visión misteriosa: vio un gran edificio con muchas muchachas que corrían en el patio, y una voz que le decía: “te las confío”..
El Espíritu Santo formó en ella un corazón Materno:
No pudiendo trabajar en el campo, de acuerdo con su amiga Petronila, decidió ser sastre, para enseñar la costura a las muchachas pobres. El Espíritu Santo formó en ella un corazón materno. Prudente y sabia, educó a las muchachas con amor preventivo. Habiendo abierto un pequeño taller – como le sucedió a Don Bosco –, el Señor le envió a las primeras huérfanas que acogió. Luego llegaron las primeras colaboradoras, que Don Pestarino llamará Hijas de la Inmaculada.
Don Bosco llegó a Mornese con sus jóvenes en 1864 a abrir un colegio para los muchachos del pueblo. María lo miró y exclamó: “Don Bosco es un santo y yo lo siento”. Don Bosco visitó el pequeño taller de las Hijas de la Inmaculada y quedó muy impresionado.
Hijas de la Inmaculada… Hijas de María Auxiliadora:
Pío IX le pidió a Don Bosco que fundara un Instituto femenino, y él, llamando a Don Pestarino, eligió a las Hijas de la Inmaculada, mandándolas al colegio apenas construido. María y sus compañeras sufrieron el hambre, también por la hostilidad inicial de sus paisanos, pero estaban siempre alegres y su fe jamás vaciló.
En 1872 las primeras quince Hijas de la Inmaculada se convirtieron en Hijas de María Auxiliadora. María fue llamada al gobierno del Instituto; pero al comienzo pidió que la llamaran Vicaria porque, decía, “la verdadera superiora es la Virgen”.
El Instituto creció, se multiplicó y se abrieron las primeras casas, las primeras misiones en América del Sur. María fue llamada “madre”. A pesar de todo era sencilla, se preocupaba por todas, daba siempre el ejemplo aún en los trabajos más humildes.
Con su sabiduría, dirigió la espiritualidad del Instituto, encarnando en las Hijas de María Auxiliadora el carisma dado a Don Bosco.
Murió en Nizza Monferrato el 14 de mayo de 1881, a la edad de 44 años. A su muerte el Instituto contaba ya con 165 Hermanas y 65 novicias esparcidas en 28 casas (19 en Italia, 3 en Francia y 6 en Sudamérica).
Widget is loading comments...